miércoles, 26 de noviembre de 2008

La irrefrenable


Éramos bastante simples cuando lo practicábamos, y hablando de la cotidiana superficie que nos englobaba habíamos armado, minuciosa y extrañamente, ese tejido enredoso en el que nos encontrábamos; que trasmitía un placer acomodado, que recorría las venas.
Te busco, yo también te busco en los errores de un cuento, en las ansiedades inoportunas de alguna noche, en la referencia inexacta en la que se convierte tu voz después de deformarse con tantos sonidos de por medio; y aparece la amplitud desdibujada que progresivamente se va se careando a la vista desesperada de nuestras pupilas.
Uno y otro, en LA-DOS que no se redimen a la perpendicularidad, en LA-DOS que misteriosamente sucumben en un tercer espacio extasiadote tanta irrefrenable intención.
No hacía falta más que empezar a desgastar el recuerdo, a pulirlo, a limarlo de las frágiles impurezas que lo condenaban al oscurantismo, al rencor. El búmeran más dulce, más sueve que conserva la delicadeza de toda pieza única y que no nos dejaba despegarnos del arenoso terreno en el que no hacia mucho nos habíamos sumergido.
Te escucho balbucear mi huella en alguna pieza literaria y apretando los ojos en tono chinesco y visto muy gracioso, hago una mueca que no ves.
Si, yo también aprieto las sábanas por donde se me escapa la sensibilidad, por tus dedos, por tu música, por tu olor.
El halo que conservo de los encuentros furtivos y la imaginación que frente al abandono se vuelve menos propensa.
Rodea una sublime inconsistencia, inconstancia, y la irrefrenable, la irrefrenable cosa.






MFL

La ciudad desde lejos





Apenas una cuestión de latitudes,
y de manera certera, exceptuando los aprietos inquietantes,
lo había aceptado.
Eso si, vete.
Vete porque no somos parecidos,
pero vete sobre todo por lo perecidos que fuimos.
Vete lanzando piedritas a las alcantarillas,
con sombras de fondo por una calle recta,
o oblicua, como prefieras,
pero vete.
Vete porque si,
vete porque si no no,
porque si no no puedo
y hago lo que no debo,
y ya ni siquiera deseo.
Vete con la mente en blanco, para no acoger excusas,
para no embriagarme con pretextos;
y excluir así la posibilidad de la vuelta.
Vete con la mirada fija al horizonte de edificios que restan a nuestras pieles,
y sucumben solos y fríos.
Y cuando tengas tu vista en ese plano general en el que somos polvo
disfrazado, esta vez, de hormigas,
no apeles a mi olvido.
Vete mudo, cansado, y solo y lejos.

MFL

Del Lunar





Quiero penetrar con mi lengua inmadura,
el hueco pequeño que sobre entre tus labios.
Quiero corromper con un amplio defasaje,
los límites que huyen de tu sexo.
Quiero insuflar la humedad siempre secada, apagada,
por miembros ajenos a nuestras pieles,
a nuestra voz.
Déjame terminar con esa sórdida mentira,
que nos duerme cómodamente en la energía de negar.
Voy a dibujarte los muslos y los dedos,
y la mejilla, y las estrías y los senos.
Húndeme de nuevo en el escalofrío instantáneo,
en la apurada taquicardia,
en la compulsiva aflicción;
que me lleva a chupar las sangrías de tus muslos,
que aparecen todavía fríos y casi acalambrados.
Destituye el miedo a la aberrante fusión,
que se empalma hasta sin querer detrás de nuestro dos.





MFL

lunes, 17 de noviembre de 2008



Desgárrame,
gástame,
hazme esclavo, simio, bufón.
Recorre mis estrías con tus uñas largas,
apuñálame el pecho con libertad,
con desequilibrio.
Sufre de pronto,
para que junte tus lágrimas,
y recogidas todas te las devuelva una por una con mi dedo en tus ojos.
Sonríe sin causa,
para calcar esa boca,
y practicar la apertura adecuada para servirte en un beso.
Y si aún así no lograra tu altura,
miénteme en lo que te aqueja.
Distorsióname,
estrújame,
libérame de la tibia sazón de un día nublado,
de las franjas homogéneas,
de las medias,
de lo gris;
enjuiciándome con el fulgor descreído de las proporciones inexactas,
con el brillo,
con lo híbrido,
con lo dos.













MFL

De disimil comprensión



Pequeñas mañanas de soledad, absortas, desprotegidas, verdes, sonoras, despintadas, un torrente que vacía.
Apelo pronto al día común para encontrar una manera desprovista de rareza.
Trunca en el intento, siempre recaemos en lo que éramos.
Aprendemos a cambiar o a simular mejor con los años; nos volvemos menos transparentes, pero el vacío continua por, sobre y con los simulacros.
¿Cuál es el vicio del Rey?
Tomo prestado estos signos y me revelo en la forma en que arbitrariamente me dejan. Si, muchos los conocen y más todavía los usan diariamente,
como usan las a las curitas y a los platos y a la gente.
Pero yo los elijo, o los empleo hoy no más por falta de otra cosa;
para combinarlos con un poco de movimiento y lucidez frente a la puerca seudo-libertad.
No gastes tus horas,
desde ya te advierto: no somos simples,
y lo que sistemáticamente utilizo tampoco.
Juntos armamos esta ecuación de disímil comprensión y ferviente atrevimiento,
que junto a tu voz ya se siente melodía.









MFL

martes, 11 de noviembre de 2008

Chicarevolución


Mente miente a-pare-te, aparentemente;
fuego, lapso, furia; engrampadas todas de un alfiler.
Enlaza la mirada apática,
para no abortar en ese mismo intento.

Pero sino, se seguiría quedando con su máquina de escribir,
y seguiría siendo exactamente aquello que literalmente aborrecía.
Se guarda, se dobla, y se aprieta dentro de un libro épico,
y por épico antiguo y pesado;
y vuelve a dormir.
Sufres escalónicamente la catarsis que absuelves,
vos sola, sola vos.
Y mientras caminas te divierte el vértigo del cordón,
y te paras en él,
y juegas a llegar alto.

Disuelves en un grito escalofriante y semicertero,
la seudo-libertad.
A-pare-ser. Aparecer,
surgir del emblema,
amortiguar la convaleciente similitud condenada por la tipificación,
para ser-de-vos la mejor representación que quede.
Someter la cordura a un desliz estadístico,
ensamblar los yoicos perdidos,
amarrar la prudencia con sólida simpleza;
para pararse siempre frente el creciente deseo de evolución,
va Re-.
Revolución ecológica que desordena las especies,
y las junta todas de nuevo al desvirtuado antojo,
inventando el ajedrez planetario,
acomodando propias reglas,
entre tanta marioneta encontrada,
que revienta dentro de si.







MFL