sábado, 20 de diciembre de 2008

"Del otro lado de la calle"



Si, soy yo otra vez, seguramente te parecerá absurdo y sorpresivo recibir noticias mías después de tanto tiempo, pero te vi y no pude evitar intentar localizarte.
Estoy en Buenos Aires, no te dije, y ayer cruzando una callesita en San Telmo, saliendo de una galería de cosas usadas, esas que abundan , te vi.; estabas diferente a como te había dejado, sonabas a un glamour más extendido del que siempre te había adjudicado y vestías en los pies un charol; es nuevo eso del charol creo, por lo menos en Buenos Aires; yo que hacía rato me vestía con lo que había porque estaba gastando demasiado dinero en libros quedé como atónita con ese brillo que surgía desde abajo. Cuando empecé a levantar la vista me choqué con ese perfil tan pusilánime y una mitad de sonrisa que resultaba suficiente para reconocerte; hablabas con un tipo que yo nunca había visto en mi vida y cuando empezaste a rotar en dirección a mí, como un niño me camuflé entre la gente de las vidrieras; de nuevo era nueva en esto, si hasta Buenos Aires me resultaba desconocido.
Empecé a imaginar que corría hacía e otro lado y tocaba tu espalda y te dabas vuelta y sonreías de nuevo, pero esta vez sólo para mi. Imaginaba que te invitaba un café, o me invitabas, nunca solucionamos bien eso, no importa; pero la imagen siguiente era en un bar, y me contabas de tu vida, y te contaba de la mía. Y entre el café y el humo del cigarrillo surgía la conjunción posible para confesarte que si te había extrañado; que había conocido mucha gente, que seguía con mi obsesión por las películas; que Florencia era alucinante; que todavía me creía poeta, y que contaba cuentos sobre vos; que el viaje no había sido ni corto ni largo, y que aún así y de todo eso, pensar en tus manos resultaba un delirio.
Imaginé que corría esquivando la gente y las señales, indiferente al mundo corría, como en una película muda, reproduciendo el encuentro escandaloso de dos amantes desfrenados de lujuria y locura; salteando la imaginación corría, desafiando la gravedad de cualquier sentido, no por los otros, por nosotros. Correr sin lógica, sin sensatez. Cruzar el umbral de la entereza para demoler todas la excusas que nos habían alejado, mantenido aparte por tanto tiempo.
Si era imposible no sonreír, si secretamente inventábamos pequeñas e imperceptibles encuentros en donde nadie sería el responsable. Si suplicaba encontrarte en medio de la ciudad casualmente, para esquivar la posibilidad de buscarte. Si con apenas conocernos sabíamos con certeza de nuestro paralelismo incorruptible y de nuestro deseo innegable. Si además del tiempo, los viajes, los edificios con diferencias arquitectónicas, la calle con esa corrugación particular de rectángulos y el señor del restaurante de la esquina, yo te quería. Yo te quería y vos también me querías; y ambos habíamos soñado de alguna manera caminar por la boca de la mano, un domingo de invierno y sol, y mientras los rayos nos entibiaban a través de los sacos pero fundamentalmente de mi tapado que tanto añorabas, nos reíamos como niños mientras mirábamos como un señor mayor sacaba a una joven a bailar una pieza.
Si ambos lo habíamos dicho, y si era cierto, hacía ya mucho tiempo que o éramos extraños.
Y yo ahí, en medio de esa circunstancia que exigía una respuesta, un modo, una elección, una corrida.
Y vos allá tan deslumbrante como siempre, más inalcanzable que nunca, rozando con tu aura te veía. Con la mirada fija en ese hombre que yo nunca había visto en mi vida, a treinta metros de tanta cosa irrefrenable.
La gente empezó a chocarme, estaban apurados como siempre, y vos sabes en esos lugares uno no puede quedarse quieto. Temí al hecho de quedar al descubierto, me sentía débil, desprotegida, sola entre tanta gente; apreté bien la cartera y la tiré para adelante, tanto tiempo afuera y ya me había desacostumbrado a esas perspicacias de la ciudad. Hice un esfuerzo para quedarme donde estaba y me metí mas adentro de ese auspicio de comercio que me refugiaba del resto de la vereda; pasaron como tres autos y sentía que te perdía. Tosí un poco por el humo que habían dejado esos coches, ese que resignan los motores usados después de un tiempo. Recordé esas calles en que alguna vez había estado, que habían sido seguramente parte de mi, tan pero tan corrugadas, pero que respiraban una belleza inexplicables apenas comparadas con una melodía aguda de Vivaldi o una tarde gris se de lluvia y café en la cocina. Entraron a mi cabeza como memories, pasearon, dieron la vuelta manzana y salieron por el otro lado con el “disculpe” de un chico que caminaba apurado y me había golpeado un poco el brazo. Levanté la vista de nuevo y seguías parado en el mismo sitio, ahora anotabas un número o hacías algo con le teléfono y mientras tanto yo entendía que habíamos estado tan lejos siempre que parecía irónico los metros que ahora nos dividían, y pensaba cuantos lo habíamos soñado en noches de desesperanza e imprudencia huyendo siempre de lo inevitable, inventando sitios, viviendo de lo que haríamos si, de lo que no hacíamos porque no, y esa cantidad de excusas y coartadas que apelaban a nuestra inocencia una posibilidad. Ahora estaba ahí, yo estaba ahí, “del lado de acá” y vos, a centímetros, del lado de allá”, ignorante de todo, con ese hombre que yo nunca había visto en mi vida. Y ahora tus piernas jugueteaban con las baldosas, y su rostro desafiaba al viento sur, y con tierra que abundaba; y te ibas atrás de él, hacia él o con él, yo ya no calculaba bien las distancias de atrás de las vidrieras.












MFL

jueves, 18 de diciembre de 2008

De viajeros simultáneos


Cómplices de un rito que impusiste sin querer,
nos juntamos espontáneamente a esa hora.
Por una aparente casualidad terminamos de regreso por el mismo sendero de calles espesas que transpiran siempre unos cuantos rayos de sol.
Caminamos al lado, junto con nosotros unas charlas inconclusas que decoran el pasaje como mera reseña;
y abrimos un abismo de indiferencia desgarrada por paralelos desengaños.
Te muestras ambiguamente;
me muestro lejana y altiva;
y aviolantando el discurso un poco en defensa de los propio,
siempre nos reímos por encima de todo eso.
Y nos burlamos, sin admitirlo demasiado, de la frialdad;
de los amantes convencionales que caminan de la mano por la plaza;
de los vestidos; los anillos y las promesas;
hasta del resplandor que pretendía cegarnos, con nuestras gafas, nos reíamos.
Y mientras esquivábamos los vehículos de imprudente tránsito
pisoteábamos el tiempo.
Y las agujas del reloj pasaban a dibujar hexágonos para tenernos un poco más.
Siempre en sentido lateral,
para que se vaya todo más rápido,
para no decirnos nada directamente,
para que apropósito se aunaran los sentidos
analfabetamente entre tanto ruido y humo.







MFL

martes, 16 de diciembre de 2008

Del Lunar (republicación a pedido del público)



Quiero penetrar con mi lengua inmadura,
el hueco pequeño que sobre entre tus labios.
Quiero corromper con un amplio defasaje,
los límites que huyen de tu sexo.
Quiero insuflar la humedad siempre secada,
apagada,
por miembros ajenos a nuestras pieles,
a nuestra voz.
Déjame terminar con esa sórdida mentira,
que nos duerme cómodamente en la energía de negar.
Voy a dibujarte los muslos y los dedos,
y la mejilla,
y las estrías
y los senos.
Húndeme de nuevo en el escalofrío instantáneo,
en la apurada taquicardia,
en la compulsiva aflicción;
que me lleva a chupar las sangrías de tus muslos,
que aparecen todavía fríos y casi acalambrados.
Destituye el miedo a la aberrante fusión,
que se empalma hasta sin querer detrás de nuestro dos.











MFL

sábado, 13 de diciembre de 2008

Hung


Se me aplasta la soledad apenas paso a tu imagen.
Había rebanado tantas veces las posibilidades de irme,
que terminé seca y consumida por el sol y el frío que siempre pasaban;
como los segundos y los meses,
que solían decorar relojes y calendarios.

Colgada de una bilateral esperanza aparecía yo de nuevo y para siempre vos,
con una ingrata posibilidad entre los dedos,
y un cándido deseo que se sublevaba a descender en sus proporciones.
Siempre de un hilo,
que tenía poco de certero y demasiado de ideal,
resistía sin comillas al dolor, al calor, y la agonía;
y casi sádicamente me regocijaba en el placer de la espera sin fin ni receso.

Recorrías el mundo desde lejos,
probabas otras salivas y otros senos,
te inundabas de olores corruptos o sublimes;
y yo lánguida, inocente, inmóvil.
Me vieron todas las estaciones más de una vez,
de la misma forma y pose.;
y mientras la piel se acurrucaba toda junta,
y contra ella sola;
imaginaba a tu mano que la estiraba con simpleza y rigidez;
y mientras el cielo se apagaba otra vez al antojo de unas horas,
la cama persistía angosta,
pequeña
y vacía.








MFL

viernes, 12 de diciembre de 2008

Número par




Sabes que miento cuando me alejo celosamente.

Sabes con certeza que apenas el roce causa litigio.

No aprendemos el miedo,

somos pensadores de época;

apretamos fuerte los dientes para oler la saliva llena de soledad y ligereza;

usamos frágilmente las sensaciones para reducirlas a momentos;

lloramos cada vez menos,

o cada vez más fuertemente.

Y en el falaz intento de escape,

terminamos husmeando nuestro cálido sopor;

de nuevo,

otra vez,

como antes;

como esa mañana de cielo rosado indespejable,

en que nuestros pies fríos decidieron quedarse en la cama a frotarse con fluidez y constancia;

y abruptamente después se dejaban,

se abandonaban,

como si nada de tanta irrefrenable sazón hubiera ocurrido.

Como dos extraños seguían por sus LA-DOS,

con pares apartes y mimetizados a los suyos;

compatibles,

similares,

demasiado.

Siempre fue así:

Izquierda-derecha,

Izquierda-derecha.








MFL

viernes, 5 de diciembre de 2008

LLueve afuera



Llueve afuera, con intensidad y pertinencia. Llueve y parece que la gente se esconde para adentro, se escapa del día y todo el tiempo se esta haciendo de noche. Llueve afuera y nadie sabe hasta cuando. Las gotas no se ven, porque caen con ligereza y al tratar de pararlas en nuestra mano o en lo que esté al alcance de estas, las mismas prófugas de quien sabe que agresión, cambian a otro estado imposible de apresar en su totalidad y que las convierte en otra cosa, esencialmente igual, pero no ya gotas, no ya gotas.
Llueve ahora con descaro y parece que se cae algo de allá arriba. Y el sonido se instala como música ambiente en un sentido poco estricto y placentero.
Llueve afuera ahora por necesidad, para que se escondan un poco las palomas y salgan a navegar al sistema planetario las caracolas y las babosas. Y coman de las ramas que ahora están más verdes.
Se percibe el cambio, y empieza a correr un frescor inconfundible de un día de tristezas y lluvia. Comemos más y lloramos casi gratismente por tanta cosa gris que se acumula en la parte superior del cielo; un cielo que parece invadido de confusión.
La ciudad se moja toda, y empapada respira del fresco que se le regala. Las gotas deformadas salpican a los salvajes, que se atreven a salir a la calle abandonando la ventana.
La violencia del agua que cae con furia se atenúa hacia arriba con el cielo ahora casi blanquecino que lo soporta. El ruido se calma y se amontona con los crujidos instantáneos y poco perceptibles de los turnos, que no sabemos de que se forman y mucho menos de donde salen.
Sigue lloviendo y el asfalto es cuna de charcos sorpresivos y graciosos que en pocas horas divertirán a los niños que permanecían encerrados en sus casas. El agua se intensifica por momentos y se empeña en caer y es la humedad la que empieza a penetrar los poros de las paredes, las maderas y las pieles; todo se eriza, todo se dilata.
MFL

jueves, 4 de diciembre de 2008

Sobre la Calera

Amplificado..-héroes absurdos –quién no los recuerda, quién no mide su esfuerzo, quién juega con los sentidos y quien no puede de otra forma. Quién no le importa el frente. Quién sólo ve su reflejo. Quien dice que quiere y quién no sabe entenderlo. Quien suspira la bronca de ser objeto de charla. Quien habla de boca. Quién no quiere escuchar. Quien ve estos héroes de la nada que agotan sus entrañas en el hacer momentáneo. Quién habla del otro sin saber bien que hablar. Quien absorbe los insultos. Quién no cree. Quien renueva las ganas de empezar en lo mismo. Quién se burla de las fuerzas para resucitar esas ganas. Qué sabe Quien que mal habrá hecho?, Quién lo dijo, hizo daño.-..-.Quien no lo quiso, no lo eligió-.a quién no le importa, nunca le importó nada. Y estaba bien …a quien le importaba, eso ya no importa…..Quien renegó de todo para darse cuenta de que nada tenía sentido de que había desarmado días en busca de una existencia que después se dio cuenta que no existía…Quién prefirió la pereza. Quien peleó por expresar lo que sentía sin ser mal interpretado. Quién no supo interpretar…y parece que ni leer…
Quien entendió a Quién.---pero Quién es quien no entiende---
Quién es Quién? Y quién es Quien?
MFL

Otra Nota Importantísima

Señores, toqueteando un poco la configuración del blog logré que culquier persona pueda comentar sin necesidad de que sea usuario de blog. Asique lso que pasan de casulidad y no tiene blog y quieren comentar ahora puden hacerlo.



FL*

mflorencia_lopez@hotmail.com