viernes, 29 de mayo de 2009

De lo sensible y lo frío. De mi pasado, presente y futuro. Y las posibilidades de soledad de un perro.





Cónyugue: tecnicismo aleatorio de poco uso popular. Uno más uno, casa amplia, un solo sillón, una cocina y una cama; dos veladores, eso sí: una casa.
No tan descriptivo ni prescriptivo pero más o menos englobado en esos parámetros; tachando el amor y esas pavadas, el panorama, al menos visto desde arriba, era ese.
Conmigo: he aspirado sustancias y no estoy en mis más amplios sentidos.
Contigo: suena placentero y no me alborota esa situación, es tibio pero se siente cómodo. El sofá ahora es útil, aunque sea uno sólo.
Hasta que te ubicaste, no sé como, pero te ubicaste y entonces escuchábamos Brams, leíamos poesía ya no contra tu voluntad, y tomábamos café, mucho, hasta largas horas de la noche.
Córdoba de domingo y de siesta aterraba, nos absorbía un vacío licuado y áspero; subía ese temor (sin causa definida), y hasta a veces se somatizaba en una piel de gallo, ¿o de gallina?. Cada vez duraba menos, o a lo mejor nos estábamos quedando sin siestas; con los cambios climáticos y las ocurrencias de unos pocos, ya cualquier cosa podía ocurrir.
Claro está que desde el 24 de febrero de 2009 todo había sido diferente. Pedro Julián Gandolfo se había instalando de cuerpo y mente en mi apartamento y contribuía de alguna manera a solventar esa sensación movediza y ascendente de domingo. Los juegos con las manos, la cena compartida, el alboroto en la cocina entre otros daban cuenta de otro; una presencia que se movía y desacomodaba al menos, por más que no supiera nada de como se preparaba un desayuno.
El turno para el baño y la suciedad de la hendija, eso repasando había sido tal vez lo más negativo y cruel; su cara y su piel que siempre olían a canela recién cortada y su enfática necesidad de perfección en sus deberes, o tal vez eso, su contra discurso y los platos sucios.
Hubo tiempos mejores claro; los del recién llegado, una rosa matutina que manchaba la almohada, o ese bombón de media tarde, te ayudo con esto, deja no lo hagas: yo lo hago; cariñitos ingenuos en la frente y masajes en los pies. Nos divertíamos mucho, tal vez demasiado.
Conmigo: otra vez, y vos ahí sentado medio lejos y la casa que a veces nos consumía ambiciosa y lenta.
Contigo: de nuevo, que suerte que estabas y que yo pude volver.
Los secretos, ese oscuro-negro del cuerpo y la mirada sigilosa tuya.
No sabía para qué, pero estábamos, y bastante bien por lo que habíamos sido; vos un contador a secas y yo una eterna y “simple” bohemia.





Roxana Castaño de Dios y MFL






NOTA: Ah no hace flata aclarar que las dos autoras del texto son Geminianas empedernidas con las locuras de mundo y de la vida.
Artistas de la naturaleza-sangre (parafraseando a Fito-UN GRANDE-)

miércoles, 27 de mayo de 2009

un libro mio también

Los libros de antologías son de todos los que lo hacen, bueno este es un poquito mio también y me llego ayer queria compartirlo con ustedes



sábado, 9 de mayo de 2009




Habría que adherirse con las uñas y los dedos,

y hasta los huesos cansados,

que se quiebran por frágiles,

o por huesos.

Habría que adherirse desde la profanación,

y por hasta el desgarramiento;

habría que adherirse,

para que les cueste más,

y se traten de abandonar a mitad del desquicio.




MFL