sábado, 7 de mayo de 2011

Hasta el día que me muera



En frente de mi ventana hay un cartel con la siguiente inscripción: “Salgan todos que afuera hay lugar”. Eso me remota básicamente a dos sentidos: por un lado el de conjunto y despúes el del exilio.
Entiendo entonces que conjunto puede ser la versión multilateral del estar juntos, una versión que en mera convivencia de una sociedad que denuncio como militar y represiva tenga otra significación diversa al estar amontonados en un lugar. Darse las manos por ejemplo deberá dejar de tener la connotación sexual y monogámica que la sociedad occidental del modelo emotivo europeo nos ha transplantado para implicar uno de los mayores gestos de fraternidad existentes en nuestra historia. Darse las manos y los brazos, rosarse los cuerpos desnudos o no debería dejar de ser sexo y entenderse como uno de los impulsos de conexión mas abstractos y elevativos que el ser humano puede en su ínfima existencia llegar a tener. Esta claro que para eso hay que seguir educando los sentidos y los cuerpos; hay que seguir intensificando la actividad decosntructiva de un cuerpo biológicamente determinado y abjecto a lo que Freud declararía como cultura y civilización.
Es decir, habría que dejar de calentarse con cualquier pija o concha andante y declarar nuestro cuerpo como objeto de culto y sensibilización. La tarea de “entrar en otro” debería dejar de ser un impulso biológico para transformarse en la manera mas sagrada de estar juntos. Me rebelo entonces contra esa ingrata necesidad de ser tocados pero también contra la triste teoría freudiana de redimir el principio de placer al de realidad. A esta sociedad represiva se le escapó que el deseo puede mover el mundo y transformarlo.
Deleuze dice que nunca deseamos una cosa, sino un agenciamiento, dígase un conjunto de cosas. Es así que la idea de un conjunto aparece de nuevo y hasta inclusive puede llegar a ser destructiva hasta el punto de generar un no-deseo. Es una alternativa, y saberlo puede implicar empezar también a trabajar en eso. Generar entonces un no-deseo dejaría de ser una actitud de liviandad y rendición para pasar a ser también una actividad constructiva en vísperas de una vida mejor. Podemos hacer entonces que la gente no desee matar, no desee ser egoísta, simplemente debemos aprender a manejar ese agenciamiento. Entonces en el deseo es donde también radica la oportunidad, oportunidad de potenciarse y pretender un devenir altro. En términos generales: querer otra cosa.
Aparece entonces y casi por asalto de nuevo la versión de exilio, un exilio auto-consiente y sin entereza. Un exilio del espíritu que se instala en nuestros cuerpos liberándolos de los dispositivos de disciplinamiento pero también del control (léase también y porque no auto control).
En un taller literario que yo hacía en Argentina hace algún tiempo se pidió que escribiéramos sobre la consigna :”el mundo es violento y las personas somos todas egoístas”, la escritura fue fluida tan fluida que parecía que mas que una consigna era un axioma del mundo moderno. Cualquiera podría escribir algo sobre eso. ¿qué sensibilidad no fue aviolentada alguna vez por alguna clase de egoísmo? Frente a esto surge otra vez el reclamo de una nueva y dinámica concepción del conjunto y del exilio; un nuevo altavoz que explique que afuera de todo esto en lo que nos ahogamos  hay lugar para todos, un lugar que por ahora solo  esta ocupado por un par de minorías, que tienen títulos y se creen también importantes. Pequeños grupos de personas que desde los márgenes porque no les queda otra no se rinden porque persisten en la “eterna y primordial lucha por la existencia” diría Marcuse releyendo a Freud. Ocupado también por muchos que se piensan ocupados y claramente por los otros; los otros que no son uno. Todo esos que nos erigimos con la dignidad que nos queda que nos han dejado y la pasión que nos sobra.






Nota: (no queda claro si en este ensayo se lo quiere o se lo repela al psicoanalista, pero eso carece de importancia; uno puede amar más allá del pensamiento)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Vamo' a coger?

Mateo De Luca dijo...

si tan solo supieras que los egoístas no existen... no los verías, no verías más el egoísmo, pero el mundo sería el mismo, tú habrías cambiado, pero el mundo sería el mismo, solo que sin egoístas, llegarías más lejos, descubrirías todo lo que existe, todos los matices, en un mundo sin egoísmo.

(ojo, yo solo conozco la teoría)