Te propongo un juego. No te asustes es simplemente eso, que nos aventuremos en una actividad lúdica de roles, en donde cada uno tendíamos nuestro respectivo protagonismo. En donde vos armarías tu propia lógica y yo nunca me enteraría.; yo por supuesto armaría la mía tratando de recordar viejos y añoradas técnicas de mi niñez, cuando solía ser muy buena jugadora.
Todo vale hasta incluso la trampa, aunque claramente yo no debería anoticiarme de la, no valla a ser cosa que tengamos que abandonar a mitad de partida.
Te propongo al travesía lógica de inmersionarnos de a ratos para colmar nuestra ansiedad y aburrimiento en eso que efectivamente es, pero a su vez nos brinda la excusa perfecta.
No es virtual, es real, no es ficción, jugaríamos realmente, pero tus actos tendrían consecuencias efímeras que, por una cuestión técnica, no podría sobrepasar los límites de la recreación. Realmente no estarías actuando, estarías jugando; y más allá de un enojo explícito por una mala pasada de alguno de los dos (cualquier carta mal tirada, y/o ficha adelantada) no existiría displacer, después de todo uno juega para divertirse.
Y así, nos contagiaríamos la complicidad de jugadores, pero a la vez de adversarios, nos empalmaríamos en la psicosis de la competencia, nos refalaríamos lustrando a carcajadas el piso, cuando el dado salga en uno, y burlándonos de nuestra vulnerable condición gastaríamos las horas de a dos.
Todo vale hasta incluso la trampa, aunque claramente yo no debería anoticiarme de la, no valla a ser cosa que tengamos que abandonar a mitad de partida.
Te propongo al travesía lógica de inmersionarnos de a ratos para colmar nuestra ansiedad y aburrimiento en eso que efectivamente es, pero a su vez nos brinda la excusa perfecta.
No es virtual, es real, no es ficción, jugaríamos realmente, pero tus actos tendrían consecuencias efímeras que, por una cuestión técnica, no podría sobrepasar los límites de la recreación. Realmente no estarías actuando, estarías jugando; y más allá de un enojo explícito por una mala pasada de alguno de los dos (cualquier carta mal tirada, y/o ficha adelantada) no existiría displacer, después de todo uno juega para divertirse.
Y así, nos contagiaríamos la complicidad de jugadores, pero a la vez de adversarios, nos empalmaríamos en la psicosis de la competencia, nos refalaríamos lustrando a carcajadas el piso, cuando el dado salga en uno, y burlándonos de nuestra vulnerable condición gastaríamos las horas de a dos.
MFL
1 comentarios:
esto esta muy bueno!!!!!!!
ivana zuki.
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