I
Miro por la
ventana de la puerta de vidrio repartido que deja entrever de a poco como el día
se hace presente porque sí.
El día que
parece inmune a las lechuzas y las linternas. Un día que al que tampoco le
importa el clima. Que se cree capaz de soportar todos los climas.
En frente,
una puerta verde que todavía permanece cerrada, no por miedo,
por un no
se sabe qué que revolotea en el aire, que no se deja agarrar.
II
II
Cuando te
veo dormir pienso,
que a lo mejor pensé demasiado en mi.
Cuando te veo dormir, así tan profundo, me pregunto cuántas veces de tu larga vida habría estado yo en tus sueños.
Y me contesto rápido: ninguna.
No soy alguien con quien la gente sueñe. Soy un mito. Un cuento para contar, para que los otros se duerman. Y recién ahí empiecen a soñar. Seguramente con otras cosas.
III
La casa parece tener una calma que a veces asusta. Una calma con olor a hogar.
que a lo mejor pensé demasiado en mi.
Cuando te veo dormir, así tan profundo, me pregunto cuántas veces de tu larga vida habría estado yo en tus sueños.
Y me contesto rápido: ninguna.
No soy alguien con quien la gente sueñe. Soy un mito. Un cuento para contar, para que los otros se duerman. Y recién ahí empiecen a soñar. Seguramente con otras cosas.
III
La casa parece tener una calma que a veces asusta. Una calma con olor a hogar.
Acá la
heladera siempre está llena. Y hay muchas cosas para ver en la tele.
No como en
mi casa, la otra, donde nos habita más el silencio. Eso debe darnos miedo. Un silencio
que se nos meta para adentro. Que nos vaya callando algunas partes para siempre.
IV
Cuando te
veo dormir pienso,
que me gustaría llevarte a la luna,
para que durmamos en la luna
y nos despertemos ahí, en la luna
y decirte, después: viste que te traje a la luna?!
y que me pegues un codazo, cuando te estires, pero que no me duela, porque ya no hay ningún estilo de gravedad, de nada en la luna.
que me gustaría llevarte a la luna,
para que durmamos en la luna
y nos despertemos ahí, en la luna
y decirte, después: viste que te traje a la luna?!
y que me pegues un codazo, cuando te estires, pero que no me duela, porque ya no hay ningún estilo de gravedad, de nada en la luna.
De nada.
V
Tres babosas
y dos ciempiés.
una combinación ridícula de cinco.
que podrían multiplicarse a diez y algún día a quinientos.
qué importa cuántos si no sabemos cuáles.
que importa cuántos.
una combinación ridícula de cinco.
que podrían multiplicarse a diez y algún día a quinientos.
qué importa cuántos si no sabemos cuáles.
que importa cuántos.
VI
Dicen que los dragones vuelan, nunca pregunté si alto.
Dicen que los dragones vuelan, nunca pregunté si alto.
Pero dicen
que vuelan.
VII
Cuando era
(aún más)
chica
(aún más)
chica
amaba
(aún más)
los cuentos,
una y otra vez disfrutaba que me contaran las mismas historias
mientras cerraba los ojos con la calma de esa voz,
ahí,
atrás,
que seguía sonando.
Que protegía el sueño.
(aún más)
los cuentos,
una y otra vez disfrutaba que me contaran las mismas historias
mientras cerraba los ojos con la calma de esa voz,
ahí,
atrás,
que seguía sonando.
Que protegía el sueño.
VIII
Las
bicicletas , se van a quedar por siempre en mis poemas,
porque tienen todavía eso que permite volverte a encandilar cuando los miramos de nuevo al sol.
cuando justo combina, con ellos, el día y la luz.
porque tienen todavía eso que permite volverte a encandilar cuando los miramos de nuevo al sol.
cuando justo combina, con ellos, el día y la luz.
ahora, me gustan los cuentos, las puertas de vidrio y las bicicletas.
Ahora, que sé que yo soy el dragón,
ahora que sé que soy yo.
Ahora, que sé que yo soy el dragón,
ahora que sé que soy yo.
0 comentarios:
Publicar un comentario