Éramos bastante simples cuando lo practicábamos, y hablando de la cotidiana superficie que nos englobaba habíamos armado, minuciosa y extrañamente, ese tejido enredoso en el que nos encontrábamos; que trasmitía un placer acomodado, que recorría las venas.
Te busco, yo también te busco en los errores de un cuento, en las ansiedades inoportunas de alguna noche, en la referencia inexacta en la que se convierte tu voz después de deformarse con tantos sonidos de por medio; y aparece la amplitud desdibujada que progresivamente se va se careando a la vista desesperada de nuestras pupilas.
Uno y otro, en LA-DOS que no se redimen a la perpendicularidad, en LA-DOS que misteriosamente sucumben en un tercer espacio extasiadote tanta irrefrenable intención.
No hacía falta más que empezar a desgastar el recuerdo, a pulirlo, a limarlo de las frágiles impurezas que lo condenaban al oscurantismo, al rencor. El búmeran más dulce, más sueve que conserva la delicadeza de toda pieza única y que no nos dejaba despegarnos del arenoso terreno en el que no hacia mucho nos habíamos sumergido.
Te escucho balbucear mi huella en alguna pieza literaria y apretando los ojos en tono chinesco y visto muy gracioso, hago una mueca que no ves.
Si, yo también aprieto las sábanas por donde se me escapa la sensibilidad, por tus dedos, por tu música, por tu olor.
El halo que conservo de los encuentros furtivos y la imaginación que frente al abandono se vuelve menos propensa.
Rodea una sublime inconsistencia, inconstancia, y la irrefrenable, la irrefrenable cosa.
Te busco, yo también te busco en los errores de un cuento, en las ansiedades inoportunas de alguna noche, en la referencia inexacta en la que se convierte tu voz después de deformarse con tantos sonidos de por medio; y aparece la amplitud desdibujada que progresivamente se va se careando a la vista desesperada de nuestras pupilas.
Uno y otro, en LA-DOS que no se redimen a la perpendicularidad, en LA-DOS que misteriosamente sucumben en un tercer espacio extasiadote tanta irrefrenable intención.
No hacía falta más que empezar a desgastar el recuerdo, a pulirlo, a limarlo de las frágiles impurezas que lo condenaban al oscurantismo, al rencor. El búmeran más dulce, más sueve que conserva la delicadeza de toda pieza única y que no nos dejaba despegarnos del arenoso terreno en el que no hacia mucho nos habíamos sumergido.
Te escucho balbucear mi huella en alguna pieza literaria y apretando los ojos en tono chinesco y visto muy gracioso, hago una mueca que no ves.
Si, yo también aprieto las sábanas por donde se me escapa la sensibilidad, por tus dedos, por tu música, por tu olor.
El halo que conservo de los encuentros furtivos y la imaginación que frente al abandono se vuelve menos propensa.
Rodea una sublime inconsistencia, inconstancia, y la irrefrenable, la irrefrenable cosa.
MFL
1 comentarios:
Gracias por pasarte,
es bonito el espacio que estás creando,
entonces nos estamos leyendo,
un abrazo grande,
Cíclopa
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